La Puja dels Claus

El trasiego de carros hacia la estación de Nules henchidos con montañas de sacos de algarrobas era continuo. Las de Vall de Uxó eran buscadísimas por los almacenistas, más de 4.000 hectáreas se dedicaban al cultivo de las diversas variedades: Rallaor, Murtera, Cassuda, Masclet, Pom… esta última era la preferida del labrador vallense por ser poco exigente y la de mayor productividad, pues el fruto se presentaba generoso a “poms”. Aunque se adaptaba a cualquier tipo de suelo Casanya, La Punta, las riberas del Belcaire y especialmente Les Vorellaes eran las zonas donde el algarrobo producía más; su austero cultivo, el mantenimiento de los ribazos, un par de rejas al año y alguna que otra poda superficial era todo lo que la robustez del árbol exigía para devolver con creces las atenciones recibidas. Por otro lado, la recolección de la algarroba era sencilla y cundidora, mientras que su conservación y transporte tampoco demandaban especiales cuidados y, por si fuera poco, su leña era dura y de primerísima calidad para calentar las frías noches del invierno. 

Por término medio, situándonos en los inicios del siglo XX, la cosecha en la Vall rondaba las cinco mil toneladas anuales de las que alrededor de unas mil se quedaban aquí para el consumo del propio ganado, el resto se dedicaba a la exportación viajando hasta los mercados de Barcelona y los pueblos de la huerta de Valencia. Todavía para entonces, su producción alcanzaba precios respetables en los que una arroba valenciana (12’78 kilos) solía cotizar entre una y dos pesetas de la época.